Sin duda una de las cosas más horrorosas que puede tener la vida de una mujer es la menstruación,  acompañada de esos desagradables cambios hormonales que nos atormentan mes a mes.

Te platican en la primaria que tu cuerpo va a sufrir ciertos cambios porque tus órganos sexuales están madurando, pero nunca te imaginas cómo va a ser todo en la vida real.

Recuerdo que fue en 6º de primaria cuando vimos esos temas y en casa también me empezaron a platicar. En ese entonces pensé que la menstruación era como ir al baño y hacer pipí, pero que en lugar de pipí saldría sangre una vez al mes y listo, es decir creí que todo se solucionaba con una visita al baño y te olvidabas del asunto.

¡Ah sí, claro!!!!! Por supuesto que no es así.

Entré a la secundaría y la mayoría de las niñas ya habían experimentado su primera menstruación, todas se emocionaban y lo consideraban como lo mejor que les podía pasar en sus vidas. Nunca entendí por qué tanta felicidad si a partir de ese momento cada mes estaban sufriendo porque se les olvidaba la toalla o porque querían saber si se les notaba que la traían puesta o porque se tenían que estar cuidando de no mancharse. No parecía nada cómoda la situación pero como para todas era lo máximo comencé a preguntarme cuándo me iba a pasar lo mismo, hasta que me llegó el momento.

La verdad no fue nada significativo, no me emocioné, no me asusté, creo que mi mente estaba en blanco, sin embargo obviamente cambió mi vida.

Afortunadamente tenía ciclos normales y no me quitaba el sueño preocuparme por todo lo relacionado con el tema, pero el resto de mis compañeras, meses después, ya no presumían el gran acontecimiento ni lo veían como lo mejor que les había pasado, su percepción cambió por completo y ahora todo era queja tras queja. –Es que se me adelantó y no traigo toalla, es que no me ha bajado, es que me manché, es que la toalla se me mueve cuando camino, es que se me nota que camino raro, es que … es que… –

Después entré a la prepa y mis nuevas compañeras también se quejaban, tal vez ya no de tantas cosas como en secundaria pero ahora escuchaba que las hormonas les generaban cambios de humor, que a veces se enojaban fácilmente o se deprimían, que los cólicos las hacían retorcerse del dolor y yo seguía sin entender por qué todas sufrían y se quejaban si yo no sentía dolor, no me cambiaba el ánimo, tenía ciclos regulares y no me preocupaba nada. ¿Acaso yo era anormal?

Nunca lo entendí hasta hace un par de años en que empecé a sentir cólicos y me asusté, nunca había sentido ese dolor que efectivamente a veces provoca que te retuerzas como gusano en comal caliente. Empecé a experimentar esos cambios de ánimo de los que todas las demás hablaban y empecé a tener ciclos irregulares. Fue entonces cuando entendí el significado de “¡Maldita menstruación!

Y es que es cierto, ¡No inventen! Es horrible tener que estar cada mes con esos dolores intensos, a veces hasta es necesario tomar algún medicamento que lo disminuya y luego eso de pasar, 3, 4 o los días que te dura el sangrado soportando las incomodidades que éste conlleva. Si los ciclos son irregulares tienes que acostumbrarte a ir preparada con alguna toalla por si acaso se le ocurre llegar en un mal momento e ir al ginecólogo porque seguro algo anda mal.  ¡Es horrible!!!!!!

A veces me quejo, me enojo y maldigo porque a los hombres no les pasan cosas como estas y para ellos es muy fácil a veces decirte “tómate una pastilla para que se te pase el dolor” cuando uno se siente de la fregada y en ocasiones hasta sin ganas de salir de la cama.

Pero si creen que tener que soportar la menstruación es lo peor de la vida, no estén tan seguros. Creo que a pesar de odiarla, lo peor es cuando no llega. ¡Sí! Cuando ya estás preparada para que cierto día aparezca y nada. Pasan dos días y no hay rastro, pasa una semana, a veces pasa un mes y no llega.

Podría ser maravilloso tener que olvidarse por un mes de todas esas incomodidades, pero por el contrario te sientes mucho peor porque significa que algo anda mal, si no tienes vida sexual activa puede ser que tengas algún problema, que quizá el estrés te haya provocado un retraso y entre que tu mente trata de descifrar lo que sucede y te haces a la idea de que es tiempo de ir al médico pero que le vas a dar unos días más para ver si ya te baja, el estrés aumenta, las hormonas hacen de las suyas y es como volverse loca. Y si ya tienes una vida sexual activa y no tenías planes de embarazarte. ¡Uh! Es todavía mucho peor porque tu mente ya se está imaginando lo peor -seguro el condón no funcionó, es que no puede ser, es que me tomé la pastilla de emergencia, es que siempre me he cuidado, es que…-

¡Qué trauma! Entonces, que te baje es horrible y que no te baje es igual o peor de horrible. ¿Tenemos otra opción? Creo que no, así que no nos queda más que aguantar ese lado feo de ser mujer y disfrutar de otras ventajas que poseemos, pero ese ya es otro tema para un nuevo post.