Escrito en Noviembre de 2002

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Para un amigo

 

Mi alma lloró como tormenta estruendosa

había relámpagos de sentimientos y  sueños de viento frio

perdí a mi amigo como el sol pierde a la luna,

en el amanecer de soledad sentí la noche de desprecio.

 

Sólo sé que se ha ido, que ya no está aqui.

Nuestra amistad fue como una estrella fugaz

y en la rapidez de la noche me quedé con el resplandor de deseos

que nunca se cumplirán y que sólo yo recordaré.

 

Él fue como mi ángel de la guarda,

me protegió con sus alas de ternura

y veló mis sueños de paz celestial.

Ahora se ha ido….un ángel no hace eso.

 

Sus palabras fueron como la sentencia que el juez dicta al acusado

con las letras del dolor y la inapelable respuesta

llegué a la cárcel de pensamientos que mi vida atormentan.

 

El dolor de su partida es como el universo,

la inmensidad del recuerdo y el desgarramiento de la ilusión.

Ahora es tan frio como la nieve de invierno,

lo blanco de su mirada y los copos de desprecio.

 

Cambió como la oruga que se transforma en mariposa,

su capullo de egoísmo, sus nuevas alas de frialdad,

ya es imposible acercarse a él, le gusta la soledad;

es como un ermitaño, su nueva vida no es envidiable.

 

Ya sólo queda el recuerdo en mi mente

su imagen en mi corazón de niño

la pureza de una amistad que se ha ido

un amor que desapareció como un barco hundido.

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