Hace muchos años, un buen amigo me dijo “nunca tomes decisiones cuando estés muy feliz o cuando estés muy enojada”. Su argumento era que cuando estamos sintiendo alguna de esas dos emociones, no pensamos con claridad y podemos elegir de manera incorrecta.

Hoy ese consejo lo he modificado un poco y no solamente evito tomar decisiones cuando estoy experimentando mucha felicidad o mucho enojo. Sino que también evito hablar o escribir a la persona, especialmente en situaciones de enojo. ¿Por qué?

No hay nada mejor que calmarnos, para ver con más claridad las cosas. Al menos así pasa conmigo. Si alguien me hace enojar y en ese momento hablara con esa persona, seguramente le diría muchas cosas que empeorarían la situación, así que lo que hago es dejar pasar entre 15 minutos y una hora y he notado que no solamente yo me relajo, sino que la otra persona también lo hace y de ese modo la conversación fluye perfecto, decimos las cosas sin agredir, sin insultar y sobre todo un poquito mejor analizadas.

Actualmente esto no sólo lo aplico en mis relaciones personales, sino también lo aplico en lo laboral. ¿Cuántas veces he recibido algún grito de un cliente, que se enoja por algo que ni siquiera fue mi culpa? ¡Uff varias! En esos casos, lo primero que hago es escuchar y dejar que el cliente se desahogue, posteriormente le digo que lo entiendo y que voy a buscar una solución. No me lo tomo personal, dejo pasar un rato y más tarde vuelvo a llamarle; para ese momento ya se calmó y haya o no haya tenido yo la culpa, me escucha con tranquilidad y juntos llegamos a algún acuerdo o solución.

Te dejo el tip por si quieres aplicarlo también en tu vida. Evitar las discusiones te ayudará a tener más tranquilidad en tu día a día. Si de plano eres muy enojón te pueden servir estas “6 técnicas fáciles para controlar tu ira”. 

 

Cómo controlar el enojo